Cerro Desgarrado II


Notas 17/11/18 : 
1, En el sitio 3 un animal, a lo mejor un mapache o un coatí extrajo los cebos. 
2. En el sitio 1 cayeron muchos ermitaños y cangrejos. 
3. Se encontraron probables huellas de pecaríes. 
4. Unos pobladores vieron a un jaguar rondando la zona días antes.

El día 17 de Noviembre del 2008 tuve que volver al sitio una vez más, esta vez para recoger las trampas, pero tenía un problema, no estaba seguro de como debería recoger las trampas, así que es lógico que lo hice equivocadamente. Estas colectas debían realizarse cada mes durante un año, cada mes debía utilizar 3 días para colocar y recoger las trampas, por lo que durante un año completo tenía que viajar desde la ciudad de Guadalajara a Puerto Vallarta, yo había propuesto este acomodo de las visitas para asegurar que cada mes podría pasar un tiempo con mi familia y amigos, el dinero invertido en los viajes era dinero que de una u otra forma tenía que utilizar con o sin las colectas. Además de no representar muchos gastos, el biólogo Miguel estuvo dispuesto desde un principio a brindar su conocimiento, material de campo, el laboratorio, bibliografía, entre otras herramientas importantes. Después de los primeros dos meses decidí alargar el proyecto a catorce meses, aunque yo decidí realizar una visita cada mes, el biólogo había mencionado que una colecta cada 3 meses sería suficiente, pero a mí quizá me parecía más emocionante pasar más tiempo  en campo, quizá porque hasta ese entonces ignoraba el complejo trabajo de laboratorio que se realiza después.
Ese día al ver cangrejos en las trampas del sitio 1, decidí sacarlos y pasar sólo las hormigas a otro contenedor con alcohol limpio, de esta manera las hormigas podrían conservarse. Sin embargo mi decisión planteó un nuevo problema, había hormigas diminutas que no podía ni ver bien, el alcohol tenía arena y hojas, así que traté de rescatar todos los cuerpos de hormigas posibles, pero fue un trabajo muy difícil. Al terminar sentí que no había hecho algo bien, tenía que preguntarle al biólogo Miguel a mi regreso que debía hacer para no perder hormigas en el proceso de limpiar las trampas, no se me ocurrió preguntar. Algo que de hecho me sorprendió fue notar que la mayoría de insectos que habían muerto en alcohol eran hormigas, aunque un porcentaje menor eran escarabajos, chinches, abejas y otros insectos que nunca había visto. Terminé la limpieza de trampas en el sitio 1 una hora después, fui al sitio dos e hice lo mismo, pero tenía que enfrentar de nuevo el sitio 3 en la cima del pequeño cerro, y eso me causaba mucha ansiedad.
Al llegar al sitio 3 con el corazón dando tumbos, vi una vez más a esas sombras volando rápida y silenciosamente a mi alrededor un segundo después de que hice ruido en la hojarasca, salieron de la misma palma que dos días antes cuando coloqué la trampas. Eran aves muy ágiles entre los reducidos espacios de este joven palmar, aunque parecían grandes a decir por la envergadura de sus alas ¿Y si eran chachalacas? Ahí en esa zona había visto muchas veces grupos de esta especie cuyo nombre científico es Ortalis policephala, toda mi infancia las escuche cantar en los alrededores de mi casa, mi padre cazó chachalacas en una o dos ocasiones y nosotros comimos su carne, era dura pero seguramente muy rica en proteínas. Sin embargo algo que las chachalacas no eran, es ser silenciosas, su canto es estridente, como el sonido fuerte de una multitud hablando en el mercado, o gritando en un concierto del artista del momento, tan ruidosas son que cuando alguien habla demasiado, en mi familia solíamos decir que parecía chachalaca. El color correspondía a las chachalacas, pero esta ave no parecía ser escandalosa y definitivamente no era tan grande como las chachalacas que son como delgados pavos de color verde militar. Por alguna razón no podía concluir que era esa sombra de la palma, quizá alguien que lea este texto ya se imaginará que animal es, pero para mí la respuesta tardó mucho más en llegar.
A pesar del miedo que me invadía en presencia de ese sitio en la cima del cerro, seguí recogiendo las trampas, pero me llevé una gran sorpresa al descubrir algo que ha pasado a muchos y que no tomé en cuenta, otros animales descubrieron la trampa atraídos por el cebo. Las trampas estaban descubiertas y se habían llevado el cebo, creo que el alcohol con hormigas sobrevivió mezclado con mucha tierra en algunas trampas, en otras el alcohol se secó y con ello el cuerpo frágil de llas hormigas quedó petrificado, traté de despegarlas y depositarlas en alcohol. Las trampas con tierra corrieron la misma suerte de la playa. Inmediatamente pensé que el culpable de los daños a las trampas fueron los mapaches o los coatís, años antes mi padre me había llevado a esa zona y había encontrado rastros de coatí, me los enseñó y comentó que esos rastros los dejaba la madre y sus crías porque los machos son solitarios. Mi familia había tenido en cautiverio a un coatí con el cual nos encariñamos mucho aunque solía mordernos cuando le dábamos servíamos alimento. Nuestro coatí disfrutaba de los cocos que las palmeras de la región dan como fruto, pero además son omnívoros así que otros sabores como los cebos de mis trampas pueden atraerle, científicamente se llaman Nasua narica, este nombre chistoso hace referencia a la forma alargada de su nariz, imaginen un mapache que en lugar de la cara aparentemente plana, tiene una nariz larga y un poco picuda, así luce el coatí. Tiene una cola larga y esponjosa, es muy hábil para trepar árboles si se encuentra en peligro, en varias ocasiones me encontré con ellos en otros sitios del país y al huir velozmente trepaban tan hábilmente los árboles que llegué a pensar que eran monos, de niño creía haber visto monos, aunque mi padre me decía que seguramente había visto coatís. Estando en la universidad me enteré que los monos si llegaron a habitar la región pero sus poblaciones se habían extinto, probablemente por la presencia humana o cambios ambientales que ocurrieron naturalmente, aunque es seguro que humanos y monos si convivieron en la región. Después de muchos años los coatís ya no me engañaban y me parecía que el autor del robo de los cebos había sido esta especie.
Al bajar del cerro decidí ir a visitar a una familia que siempre fue muy cercana a la mía, ellos habían tomado el trabajo de cuidar el terreno al lado de los sitios de muestreo que hoy yace completamente modificado, en esa época la empresa de al lado no había adquirido el terreno por lo que el dueño anterior pagaba para que alguien lo cuidara. El terreno ya tenía ruinas de un desarrollo anterior, pero estas no se extendían hasta donde yo colocaba mis trampas. La empresa que hoy posee el terreno y ha aplanado los cerros a la orilla de la carretera costera, en esa época reconstruía el terreno de al lado donde se encontraba un hotel abandonado que llevaba el mismo nombre que esta empresa. A mí no me parecía una empresa dañina porque sólo estaba utilizando terreno que ya había sido modificado anteriormente, pero me daba tristeza saber que las ruinas en las que jugué de niño ya no existirían, por otro lado tenía admiración por este desarrollo porque tenía entendido que se estaban haciendo cargo de mantener la playa limpia sin prohibir el libre paso de la comunidad local, nunca imaginé que tuviesen planes de crecer tanto. La familia a la que visité sabía aprovechar las oportunidades, abrieron una mini tiendita a la que acudían los trabajadores de la construcción de estos nuevos edificios, además vendían comida, y los obreros venían a comer fiado durante la semana y a pagar todo su consumo el día de raya. Era como recordar un poco las tiendas justamente de raya, algunos de estos obreros tenían cuentas altas porque el comer en grandes cantidades se les daba muy bien.
La familia me recibió cálidamente, hacía mucho tiempo que no los veía, habíamos convivido mucho durante mi infancia y ahora era difícil verlos. No sabía que terminaría involucrándolos en esta experiencia extraña y tampoco sabía que durante mi trabajo de colecta algunas tragedias los asolarían por lo que este relato es también en honor a ellos que me abrieron la puerta de su casa y volvieron esta experiencia tan enriquecedora. En esa primera visita les conté cual era mi intención y ellos se mostraron muy interesados, pero creo que lo que  más me movió de nuestra conversación fue el hecho de que días antes habían tenido un encuentro cercano con un jaguar, su casa era improvisada, a pesar de poseer una departamento en la ciudad, se quedaban ahí por las facilidades de movilidad para trabajar, pero su pequeña casa temporal estaba hecha de material reciclado y láminas, por lo que estar al pendiente de animales nocturnos era parte de su vida diaria en aquel entonces. Ya habían tenido experiencias como esta, y aunque le llamaban tigre, ya sabía yo que era el jaguar, pero esperé que me lo describieran para saber si estaba en lo correcto. Lo habían visto bajar por la corriente del arroyo y llegó a una zona cercana a la playa al costado de la construcción del hotel en remodelación, el mismo hotel que le robaría un pedazo al territorio del felino una década después. Supe entonces que el miedo casi petrificador que sentí en el sitió 3 tenía sentido, había un jaguar habitando estos rumbos, el  hermoso felino llamado Pantera onca por la ciencia podría ser peligroso, aunque nunca había escuchado de un ataque a humanos en la zona, si sabía de ataques a mascotas y de avistamientos en condominios de los alrededores, así que no tenía intenciones de volver solo al sitio 3, así en visitas posteriores, algunos miembros de esta familia me acompañaron a las colectas, y así esta pequeña aventura dejo de ser personal y se volvió parte de la vida de otros.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Mi vida en los cacaoatales

La araña saltarina y un hombre

El regalo