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Mostrando las entradas de abril, 2018

La araña saltarina y un hombre

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La vio por primera vez sobre la pared cercana al lavadero de su casa, pensó al instante que era una de las más hermosas arañas saltarinas que había visto, y es que desde niño se sintió muy atraído por observar el mundo de los artrópodos; hormigas, saltamontes, luciérnagas y arañas eran su objeto de interés, no obstante las arañas saltarinas siempre tuvieron un lugar especial. Probablemente era un macho de una especie no identificada pensó, al menos no identificada por él. En el pasado había conocido a un investigador al que ayudó a encontrar una araña que había colectado 20 años atrás, ésta sería la prueba de su descubrimiento de una nueva especie. Este investigador le enseñó que las arañas saltarinas son como las aves del paraíso, los machos son coloridos y hacen un tipo de baile muy complejo para cortejar a las hembras, las hembras por su parte suelen ser menos llamativas para estar protegidas de los depredadores. La araña tenía una cabeza negra con 4 ojos al frente y otros 4

Mi brazo izquierdo

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Mi brazo derecho es real, tiene todo lo que un brazo estrictamente dicho debería de tener, es incomparable, tiene lunares y cicatrices que ningún otro brazo en todo el universo tiene y aun cuando es único, existe porque el resto de este cuerpo existe.  Mi brazo derecho obscurece, toma morenos colores en el trópico, pero algunas veces en las frías tierras, palidece, hoy sin embargo, es de un tono que no será mañana. Lo más lógico sería tomarle una foto para no olvidarlo, pero preferible es contemplarle y dejar ir al brazo que no volverá a ser igual, ni este minuto ni el siguiente, una partícula de polvo podría modificar sus condiciones.  Mi brazo se desvanecerá un día junto con mi cuerpo, quizá éste vuelva a la tierra y un día la tierra vuelva al sol y el sol al universo. Importante o no, habrá sido mi brazo derecho, aquel que sin saberlo debe su nombre y posición privilegiada a mi silencioso brazo izquierdo.