El regalo

¿Qué puede regalar un ser gris como yo, 
a la más risueña de todas las personas? Pensé en hacerte un regalo costoso, quizá un vaso coleccionable que pueda opacar la diversa colección de tus vitrinas, pero ese vaso podría llenarse de polvo o ser olvidado en el fondo de tu alacena, pensé que mi regalo debía ser inesperado, imborrable y no perecedero. Cualquier cosa material a la que la humanidad otorga valía, quizá en unos cientos de años termine en una ciudad perdida que los arqueólogos encuentren en la tierra convertida en roca, quizá pierda el color y el aroma, y en su ignorancia, la de ellos, sea considerado solo un antiguo utensilio utilizado por civilizaciones desaparecidas, quizá digan que perteneció a un monarca imaginario que habitó una gran ciudad amurallada o un simple plebello que formó parte de la vida cotidiana de esta sociedad obtusa. Por eso mi regalo para ti, debe ser temporal, energético, espiritual, un regalo infinitamente especial. Te regalo pues, toda la arena de las playas que pises en tu vida, para que firme camines sobre ellas sabiendo que eres dueña de todo eso que pisas, te regalo el oleaje del mar para que en sus aguas te bañes y limpie tu ser de todas las malas vibras. No te regalo una canción porque mi voz aguda, una jaqueca te causaría, pero te regalo el canto de las aves marinas, para que con ellas bailes sobre la playa, para que con ellas flotes en el agua cristalina, para que con su voz tu corazón cante libre de todas las dolorosas despedidas. Te regalo el viento, que el olor salado de los mares arrastra hasta las costas y cerranias, para que cuando andes por tu caminar cansado, este refresque tu piel, seque tu llanto y te de más energía, te regalo pues estás cuatro reliquias que el universo ha planeado desde el inicio de la primera explosión, siguiendo una reacción en cadena que nos hizo a ti y a mi coincidir en esta vida, dos seres tan diferentes, con viajes probablemente separados, con metas y deseos tal vez incompatibles y sin embargo al hablar somos los más elocuentes. Espero pues que disfrutes también del quinto regalo que hoy te hago, este lo puedes guardar en un baúl para que cuando pasen los años lo veas y recuerdes quien eres, son estas letras que te escribo que representan el perdón y la sincera amistad que tú y yo nos hemos ya otorgado. 

A Mara Andrea. 

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